Bitácora Onírica I

Impácto

¿A caso un día cualquiera?, al caminar el calor del sol sobre mi rostro me hacía apresurar el paso sobre el brillante pavimento mientras alegremente todos salían sin preocupación alguna: caminan hablando animadamente desapareciendo en el horizonte de la larga avenida, pareciera que observaba al mundo fuera de mí mismo. Al pie de la reja negra que dejaba pasar las enmarañadas ramas y hojas de la flora veraniega entre sus barrotes, sin darme cuenta, me encontré ya hablando del que será, del futuro por venir. ¡Preciosa amistad! Pensé para mí para al ver a mi interlocutora sin poder identificarla claramente, estaba frente a mí, y sin embargo no podía reconocerla... De repente, se acerco desde el horizonte a gran velocidad una figura que parecía no detenerse, miré extrañado sin lograr adivinar que era, todos corrieron agitados, sin embargo no pude más que quedarme en ese lugar, solo veía frente a mí esa mirada perdida, vidriosa, que pareciera detenerse en el tiempo mientras la fuerza y el estruendo pasaban de largo como un ráfaga de viento. Cerré los ojos al aferrarme a los débiles barrotes que se tambalearon mientras temblaba la tierra bajo mis pies, luego llegó la calma: todo se calló, todo se oscureció.


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