Dulce Universo I

El reino de malvavisco

Era hace una vez, hace mucho... mucho tiempo, en la extensa planicie de nubes de malvavisco existía una ciudad llena de liebres y conejitos que vivían en armonía en las alturas del cielo, en su ciudad gobernaba la calma y los arco iris y auroras adornaban cada rincón llenándolo de color y alegría, las burbujas danzaban entre las calles empedradas de caramelos y las fuentes de chocolate. Todos los conejos trabajaban juntos para conservar su hogar impecable, feliz y en armonía como su reina había decretado hace milenios. El poder que mantenía la felicidad en el reino era el centro de su pacifica civilizaron, el orbe de caramelo: un místico objeto de un poder capaz de mantener el equilibrio del mundo o romperlo en un instante. El orbe era cuidado por los mas fuertes y hábiles conejos del reino, y se encontraba en las alturas más recónditas dónde ningún ser maligno podía usar su poder jamás, el orbe permitía a quien invocara su poder gobernar los cielos de malvavisco para reflejar en las nubes sus deseos e ilusiones, mismas que se extenderían a la tierra; si estos deseos provenían de un corazón oscuro el mundo podría hundirse en el caos y la desesperanza, pero con el orbe bajo el cuidado de la reina de los conejos, quien había sido la elegida para proteger y cuidar tan preciado tesoro de las garras del mal hacia ya muchos milenios por los antiguos sabios creadores de los místicos objetos dulces, no había duda de que el mundo podía seguir feliz; la reina coneja era bondadosa y amable, y bajo su mano la vida de todos los habitantes del cielo y de la tierra era justa y placentera.
Nadie más que la propia reina y los guardianes del orbe sabían con exactitud donde estaba oculto, y solo en una ocasión especial se le permitía admirarlo al resto de los habitantes del mundo; cada año el reino de los conejos celebraba el festival de la unión, una fiesta en la que los habitantes de la tierra podían visitar las nubes de malvavisco traídos por grandes globos de chicle en canastas de cocada. Los animalitos del mundo llegaban al reino de malvavisco con la ilusión de poder sentir el poder del orbe legendario y admirar a la reina guardiana. En el último día del festival, con ayuda del poderoso orbe, la reina escogía a un niño de entre todo el mundo, el niño con el corazón mas puro e inocente para que con el poder de su imaginación diera energía al orbe pidiendo un deseo lleno de fe. En el último día del festival, todos los habitantes del cielo y del tierra estaban presentes en la ceremonia principal para escuchar la proclamación de la reina; primero hizo su aparición el hada oveja Maritzilea de la mantequilla, quien en un despliegue de luces, y cambiando de vestuario mas veces que lady gaga en un concierto, apareció entre la emocionada multitud para presentar al niño que tendría el honor de subir al gran pedestal de la reina:

-Gente del cielo y de la tierra -comenzó el hada posándose sobre el pedestal de caramelo macizo- una vez mas yo, la gran hada Marirzilea de la mantequilla he venido ante ustedes para presentarles al niño elegido... Escogido por la mismísima reina y el poderoso orbe... un afortunado que... solo los de corazón puro pueden ser escogidos... por eso... -el hada solía hablar rápido y con vehemencia, interrumpiendo una da sus frases para decir la siguiente, el estar en público la aterraba, sin embargo no se dejaba vencer por el miedo- No había terminado el hada oveja su discurso cuando sonó la marcha imperial y del palacio salió la reina, escoltada de los dos conejos guardianes llevaba en sus manos, reposando sobre una fina almohadilla de algodón de azúcar, el poderoso orbe de caramelo. Se hizo un silencio absoluto cuando alzo sobre su cabeza el orbe para mostrarlo al público que gritaba eufórico hasta ese momento.

-¡Que pase el niño!- dijo la reina con decisión mientras las miradas de todos se posaban sobre un pequeño pollito amarillo -Anda hijo, es tu momento- Le susurró el hada oveja mientras con un movimiento de su molinillo mágico lo hacia flotar con suavidad hasta donde se encontraba la reina -El orbe no miente, tienes un corazón puro- Susurró la reina mientras tomaba aire para continuar hablando hacia la multitud -Mis leales y queridos súbditos: hoy hemos sido honrados con la presencia de este niño cuyo corazón puro será el que de un año más de paz a este mundo, hoy... -La reina no pudo terminar su emotivo discurso, pues súbitamente un estruendo quebró los arco iris y desde lo mas alto apareció una nube de humo negro desde donde bajo una poderosa onda maligna, era la perra omega -¡Hoy sera el final de vuestro reinado insulso! os he venido a retar- dijo la perra omega con un claramente fingido y forzado acento hispánico mientras todos corrían en pánico chocando los unos con los otros. Sin más la reina, con ayuda de el hada oveja y su molinillo mágico, dejó al pollito en manos de la primera persona que vio cerca, Añeja Coneja era su nombre. -Yo detendré a la perra omega, Añeja llévate el orbe contigo, no te preocupes; sabrás que hacer -¡nuuu su majestad corra también!- lloriqueó la coneja a quien no le extrañaba que la reina conociera su nombre, pues la reina conocía a todos los habitantes de su reino -La gran Maritzilea me ayudara, corre, es una orden.- le dijo señalando a la gran torre del orbe, los grandes conejos guardianes bajaron entonces a su lado y corrierón con ella -si su majestad- dijo Añeja cabizbaja mientras se llevaba al pollito y al orbe custodiada por los grandes guardianes.

Mientras tanto, en el pedestal ya había comenzado la batalla: -¿Maritzilea hace cuanto que no os veo?, luego de que me habéis delatado frente la reinucha esta... ¡hoy te he de joder!- Exclamo la perra omega bajando de su algodón de azúcar negro -¡Pues no puedes fíjate!- dijo el hada mientras con su molinillo mágico lanzaba chorros de miel a la cara de la perra omega quien aún más molesta se acerco a ella -¡no!, no soportare tanta dulzura... ¡Hipona ahora!- grito la perra omega aún sin poder ver por la miel en sus ojos, y entre el caos de la gente se escucho un estremecedor grito que paralizo a todos.-“¡Ah... eres desagradable!”- se escuchaba estruendosamente. La reina quien había estando orando en silencio todo el tiempo de repente lanzo su hechizo y con una señal al hada oveja está última comprendió que era su momento de actuar -Convoco al poder del místico molinillo mágico, que su magia derrote a esta perra y la envié a su prisión eterna...- y del molinillo salió un rayo de luz que se dirigía a la cara enmielada de la perra omega... pero... de pronto una hiena con cara de luna llena salto sobre la perra omega con un gran espejo -¡Sonrían pobretones!- dijo mientras el rayo se reflejaba ante ella como una ráfaga de luz intensa que hizo desaparecer a la reina y arrojó a Maritzilea lejos hacia el horizonte. El pánico cundía entre todos los animalitos, algunos quería alcanzar a la perra omega sobre el gran pedestal, pero de inmediato Hipona Gritona los paralizaba con sus gritos estremecedores -¡jajaja os he dicho que seria mi victoria, he conformado mi séquito!. Rió arrogantemente mientras recogía del piso la tiara de la reina que había caído de su cabeza antes de su desaparición -¡Lo logramos, tienes la corona!, por fin podremos gobernar y darnos el lugar que nos corresponde- dijo felizmente Hiena Cara de luna llena -Oh querida no he venido por súbditos, tampoco he venido por el trono, sabes que solo me interesa el orbe...- sus palabras se interrumpieron de pronto cuando otro chorro de miel cayó en su cara, Maritzilea había regresado -Esta vez no fallare perra- dijo apuntándola con su molinillo cuando Hipona nuevamente lanzó un grito ensordecedor que la dejó tambaleándose, Hiena cara de luna llena entonces aprovechó para darle un chanclaso con sus chancas de mercado con diamantes falsos haciéndola soltar el molinillo y caer de las nubes, Maritzilea desapareció en un segundo. -¡Controlen a los guardias! esto sera de lo mas guay cuando por fin obtenga el orbe de caramelo, solo tengo que quitárselo a esa coneja inútil y al niño pollo- Y así la perra omega caminó con sus dos ayudantes hacia la gran torre tras el orbe de caramelo.

Continuará...

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