Bitácora onírica IV

Sombras del camino

Cual si fuera un fantasma que viene de recónditos reinos estaba ahí, largo e imponente el camino bajo mis pies; despejado, tan solitario tan sombrío, tan temible. Al resguardo de las sombras veía como llegaba a desaparecer entre el abismo, e intentando controlar las propias imagine que emergía fuego de mis manos, casi podía sentirlo quemando desde dentro. “Tal vez a sucedido, por fin he enloquecido”... mis lágrimas cayeron dentro de la oscuridad profunda, no pude encontrarles una razón de ser, simplemente no podía sentir nada, y poco a poco comencé a seguirlas mientras el viento con su caricia las desvaneció por última vez. Caía, no dejaba de caer: esperaba que el final llegara, o al menos el súbito dolor que yacía en el interior de mi memoria extinta, pero simplemente el flujo del tiempo parecía no permitírmelo. Exhausto dejé de luchar, me quise quedar flotando por siempre en este invisible lecho febril, bajo el rocío de la noche, bajo el manto de las sombras, solo, nada más solo.

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